
Tras nueve años de espera, Franco Trapani y Álvaro Rodríguez fueron condenados por el abuso sexual denunciado por Carolina Monteros en 2016, cuando tenía 19 años. La sentencia establece 10 años de prisión para Trapani y 8 años para Rodríguez, marcando un hito en la justicia tucumana.
Para la víctima, hoy de 28 años, el fallo representa una victoria que va más allá del castigo: es un mensaje sobre la responsabilidad y las consecuencias legales frente a los abusos.
Demoras y obstáculos judiciales
El caso estuvo marcado por años de inacción y trabas institucionales. Durante los primeros cinco años, el expediente prácticamente no avanzó, y hubo intentos de sobreseimiento sin la incorporación de pruebas clave, como el informe médico forense. Carolina denunció abandono estatal y revictimización constante, que incluyó amenazas y ofertas para que desistiera de la denuncia.
Apoyo familiar y colectivo
En medio de la adversidad, Carolina encontró sostén en su familia y en colectivos feministas, que la acompañaron durante todo el proceso. «Sin ellos no estaría acá», afirmó, destacando la importancia del acompañamiento en la lucha contra un entramado de poder económico y político que buscaba frenar el juicio.
Un precedente para la justicia
La condena de Trapani y Rodríguez no solo tiene valor personal para Carolina, sino que marca un precedente en Tucumán y para la visibilización de delitos sexuales en Argentina. El fallo refuerza la demanda por una justicia con perspectiva de género y envía un mensaje claro sobre la necesidad de que los delitos sexuales tengan consecuencias reales.