
Dólar, tasas de interés y nivel de consumo. Se podrá poner a esos ítems en el orden que se prefiera, pero hoy la cabeza de los empresarios está básicamente copada por esos tres factores. Claro que también aparecen cuestiones más de coyuntura como las elecciones, pero en lo que tiene que ver con el mediano y largo plazo las dudas más fuertes se dan en estos segmentos.
De alguna forma los tres ejes van de la mano, y hoy pican en punta a la hora de entender por dónde pasan las principales preocupaciones industriales, que en varios aspectos hoy tienen más dudas que certezas.
Las variables que aparecen respecto del dólar son dos. Por un lado existe la incertidumbre respecto de cómo reaccionará el mercado tras las elecciones del 26 de octubre próximo, pero los empresarios también pretenden saber cuál será la política que regirá luego de que se conozca la respuesta de las urnas.
“¿Continuarán las bandas con una modificación tanto del piso como del techo o se eliminarán? Nada de esto es menor para saber qué podemos esperar de cara a lo que queda del año, y mucho menos a 2026”, apuntaron varios de los industriales que dialogaron con Clarín.
Hoy, atento a esto, los empresarios de alguna forma trabajan “a ciegas” en sus presupuestos 2026. Sin saber todavía cuál será la política cambiaria a aplicar, esperan un dólar que ronde los $ 1.600 para fin de año, aunque para los meses siguientes ya se habla de una franja cercana a los $ 2.000. Esto, claro, siempre que no se abra un panorama de empeoramiento de las distintas variables de la economía, lo que agudizaría el mal momento.
Lo que en este sentido también preocupa a los empresarios es el efecto que tiene la intervención de los Estados Unidos en el mercado financiero. Logró una reacción positiva en el primer movimiento que realizó el Tesoro, pero duró apenas un par de jornadas. El viernes volvió a meter mano, pero eso no impidió que el dólar se volviera a disparar hasta ubicarse cerca de los $ 1.490.
Esta variable pegará de forma directa en el nivel de consumo. Hoy los precios de algunos productos no muestran el incremento que los empresarios entienden que deberían tener –en muchos de los casos por la avanzada del dólar-, aunque no se da el traslado por una cuestión básica: un incremento de precios corroe directamente el nivel de consumo, que ya se muestra bastante aletargado.
Según diferentes estudios privados, las expectativas de crecimiento para el cierre de este año se mueven apenas entre el 2% y el 3%, muy por debajo del 8% que se había proyectado en los primeros meses de 2025.
El presidente de Cervecería y Maltería Quilmes, Martín Ticinese, opinó en ese sentido durante el 61° Coloquio de IDEA. Sostuvo que el año fue “muy volátil”, a tal punto que todavía analizan escenarios de cierre de año tanto con con cifras positivas como negativas.
En el sector financiero esta situación de mayores complicaciones en el poder adquisitivo también se hace notar. El nivel de morosidad en el pago de créditos y tarjetas es una de las formas de medirlo y desde los bancos aseguran que se observa un alza, acorde a lo que vienen mostrando los últimos indicadores. “Los niveles (de morosidad), aunque de a poco, siguen subiendo. Se da incluso en segmentos como los créditos personales, que en muchos casos era el salvoconducto de mucha gente para poder acceder a ciertas necesidades”, sostuvo un alto directivo de uno de los bancos más importantes del país, presente en Mar del Plata.
Según las últimas cifras que divulgó el Banco Central, en julio la morosidad en los préstamos a personas era de 5,6%, un número que crecería si se cumplen las previsiones del sector.
La suba de tasas es el tercer frente de conflicto que se presenta. La industria plantea que ya se ve un impacto en la actividad a raíz de este factor, a tal punto que en algunos segmentos la situación pasó de mala a complicada.
Martín Rappallini, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), por ejemplo, analiza el escenario en este sentido. “El tercer trimestre fue más complejo, por lo que no tenemos claro cómo se cerrará el año. Esperamos que sea con un crecimiento al menos mínimo, de 2%, que es inferior al que teníamos previsto, pero que al menos no marcaría una caída, algo que en este contexto ya es bastante”, explicó el directivo.
La expectativa industrial en este sentido es que las tensiones cambiarias aflojen luego de las elecciones -y siempre y cuando no se repita un muy mal resultado para el oficialismo, como ocurrió en las legislativas provinciales-, y con esto las tasas puedan bajar, con lo que el crédito debería retomar una senda de mayor normalidad, y así apuntar hacia un crecimiento del consumo.
En caso de que ésto no ocurra, el efecto sobre distintas variables económicas, justamente como el consumo y la recuperación de la economía, sentirán el golpe y las previsiones que hoy se hacen en cuanto al avance de la actividad deberán quedar en la nada.
Fuente: Clarín
