
Es otra alerta más sobre el cambio climático y ya van… La Antártida no solo sufre el problema del aumento en el agujero de la capa de Ozono: por la suba de la temperatura global se produjo una pérdida de hielo que equivale a la de tres provincias de Buenos Aires. Es una enorme cantidad de agua dulce que se pierde en el mar y que, de continuar así, puede dar lugar a algo tan temido como anticipado: el aumento del nivel de los mares que provoque severas inundaciones en ciudades costeras en todo el planeta.
El deshielo del verano no se recupera en invierno
La naturaleza tiene ciclos en los que se autocompensa. Pero desde hace décadas, esto viene resultando cada vez más difícil. La explicación desde fines del siglo pasado es debido a la utilización sin control de todos los recursos de la naturaleza por parte del ser humano. Denominado primero como «efecto invernadero», por el calor acumulado en la atmosfera a partir de la gran cantidad de dióxido de carbono, derivó en lo que se llama «cambio climático». Es decir, la transformación del medio ambiente de modo dramático.
Por ejemplo, sequías prolongadas y cada vez más a repetición en lugares que antes tenían agua en ciclos regulares. Inundaciones devastadoras por exceso de lluvias en otras zonas. Tormentas propias de los trópicos en zonas que ni siquiera están preparadas para esa fuerza de la naturaleza.
En la Antártida se viene registrando un aumento de la temperatura promedio -como en el resto del planeta- que tiene graves consecuencias.
Se pierden en el verano cada vez más kilómetros de icebergs o témpanos. Son millones de litros de agua dulce que se vuelcan al mar y ya no están más. Po que la naturaleza no logra el efecto reparador o igualador en el invierno. Como hace más calor, no alcanzan los meses «fríos» para que se forme sobre la tierra de la Antártida la misma cantidad de hielo (agua dulce) que había antes. Con efectos que se anticipan y que solo serán graves.
