
«No sabemos como lo hicieron y hasta donde pueden tener información». La frase, por sí sola, es preocupante. Pero adquiere una dimensión mucho mayor cuando quien la pronunció es el jefe del Pentágono, Lloyd Austin.
El secretario de defensa de los Estados Unidos tuvo que aceptar la fuga de datos confidenciales de la seguridad norteamericana sobre la guerra entre Rusia y Ucrania, que no dejan bien parada a la Casa Blanca.

La plataforma Discord es la que reveló por las redes sociales los documentos secretos de la defensa norteamericana en la que queda en evidencia el espionaje tanto sobre Volodimir Zelensky y los aliados europeos en plena guerra con Rusia.
El presidente Joe Biden viaja hoy a Irlanda y es muy probable que a su llegada tenga que dar una explicación de la Casa Blanca por esta dura filtración.
Una filtración de alto riesgo: qué decían los documentos
A los funcionarios del departamento de defensa norteamericano no les quedó otro camino que reconocer que se trata de información “altamente confidencial y clasificada” que representa “un riesgo muy grave para la seguridad nacional”.
Los datos que se filtraron esos documentos se concentran básicamente en el seguimiento que viene realizando los Estados Unidos sobre la guerra en Ucrania. Allí hay estimaciones y evaluaciones sobre la marcha del conflicto que al rebelarse traen múltiples problemas a los Estados unidos.
.El primero, de la seguridad en sus propios sistemas de defensa y del resguardo de los secretos de estado.
.Segundo, poner en conocimiento de Rusia y de China movimientos logísticos y diplomáticos en torno a la guerra.
.Tercero, las evaluaciones que hace la Casa Blanca sobre la capacidad militar de Ucrania luego de más de un año de combates.
.Cuarto, documentos que muestran que tanto Zelensky como otros líderes y aliados europeos son espiados por Washington.
Este último punto no debería sorprender porque para eso están los servicios de inteligencia. En cualquier lugar del mundo, su primer punto es no confiar en nadie o querer saber aspectos reservados de gobiernos y personas. Pero cuando salen a la luz, ya tienen otra dimensión. Por lo menos, causan un escándalo diplomático.
Dos ejemplos: sobre el final del mandato de Angela Merkel, se supo que su teléfono personal – con especiales medidas de seguridad – fue espiado sistemáticamente por la inteligencia norteamericana desde 1999. La entonces canciller de Alemania exigió una explicación y unas disculpas por tal revelación.
En el caso del presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, fue el propio Donald Trump quien lo puso en el medio de la política norteamericana cuando lo llamó para pedirle que espiara y revelara si el hijo de Joe Biden estaba metido en actividades que podrían entrañar sobornos (Hunter Biden tenía negocios comerciales, como la explotación de gas desde Crimea).
Con la llegada de Joe Biden al poder, es lógico suponer que antes de apoyarlo económicamente y con armas, el servicio secreto le hubiese dado informes sobre la «lealtad» del mandatario ucraniano. Si el secreto se mantiene, no hay escándalo, pero los documentos revelados por «Discord» hicieron fiel reflejo de su traducción al castellano: trajeron la «discordia» entre Washington y Kiev.
Ahora, el Pentágono tiene que encontrar la manera de «conformar» a sus aliados. El portavoz de la secretaría de defensa, Cris Meagher sabe que es una tarea difícil: “Es material confidencial altamente clasificado» dijo y admitió que EE.UU. se ha visto “comprometido a altos niveles” con sus aliados por la calidad de los «papers» en la filtración.