Las víctimas fatales del devastador paso del ciclón «Daniel» en Libia van en aumento. Las autoridades creen que incluso puede llegar o sobrepasar el número de 20.000 muertos. Aunque surgió un «enemigo» inesperado para los grupos de rescatistas, especialmente el la ciudad arrasada de Derna: el barro.
La situación interna de Libia hizo más grave la magnitud de la tragedia ya que es un país dividido con dos gobierno que se reclaman como legítimos. Eso dificultó la infraestructura necesaria para actuar ante desastres climáticos como este. Por lo que el país del norte de África tiene varios rescatistas internacionales, en especial, de otros países africanos, de España y de Francia.
Pero trabajar en la dura tarea de rescatar cuerpos se hace más difícil por las montañas de barro que se apilaron sobre las ciudades una vez que se retiró el agua. Los ríos desbordados se llevaron todo a su paso y dejaron varios metros de lodo que sepultó a los restos de edificios y casa y, entre ellos, a los muertos.
Identificar a los muertos y evitar enfermedades
Es la doble tarea de los grupos que trabajan. Sobre todo en la ciudad de Derna, reducida a escombros en una cuarta parte. La lluvia y el agua acumulada hicieron que dos represas conjuntas colapsaran y una masa líquida sin control avanzó por la ciudad, la destruyó y arrojó escombros, autos y cadáveres al mar Mediterráneo.
Pero en la ciudad, el barro tapó todo. Es por eso la urgencia de los trabajos. Primero, por una razón humanitaria de dignidad. Conocer que pasó con las personas y el nombre de los muertos. Es algo que miles de familias siguen esperando a 10 días de la tragedia.
Además, los cuerpos abandonados o que no pudieron ser rescatados se descomponen y ese proceso es sumamente peligroso para el resto de las personas. Pueden surgir problemas de salud como epidemias de enfermedades como el cólera.
Hay decenas de miles de cuerpos que no han podido ser recuperados y que al estar a la intemperie o bajo una capa de lodo se degradan y pueden provocar enfermedades. El barro que los tapa no es similar a las capas de tierra propias de los cementerios.
Por lo tanto, los rescatistas se tienen que esforzar por remover, toneladas de barro y luego los escombros para llegar hasta los cuerpos sin vida.
Panorama desolador
Un solo dato basta para comprender el enorme desafío que tienen aún por delante los servicios de emergencia. Si el número de muertos en total se acerca a los 20.000, la cantidad de cuerpos recuperados es de apenas 800 en la ciudad de Derna.
La ciudad perdió por las inundaciones y el paso de torrentes descontrolados el 25% de su trazado original. Allí quedó una capa de barro que llega hasta las rodillas de los equipos de emergencia. Así tienen que trabajar para poder recuperar a las personas que fallecieron y que siguen tapadas por los sedimentos que dejó el agua.
La magnitud de la catástrofe es tal que en ese sector de Derna solo están los grupos de voluntarios, militares y bomberos internacionales.
La imagen es similar a un campo de batalla, como las ciudades destruidas, por ejemplo, en la guerra en Ucrania. Ellos también tienen que tomar medidas de prevención para evitar enfermedades y contagios. Todos trabajan cubiertos por los trajes blancos y máscaras, tal como vimos durante meses en los peores momentos de la pandemia de Covid.
En semejante panorama, lo que «funciona» es sumamente deficitario. Las autoridades no pueden definir cuando regresará el suministro eléctrico, el agua y las tareas de saneamiento y recolección de residuos. Todo esto ya era deficitario en Libia por la crisis política y económica del país antes de la llegada del ciclón «Daniel».